viernes, 13 de noviembre de 2015

SON LAS FOTOGRAFÍAS DE MIS VIAJES. Karnak. Egipto

Mientras que en Nepal es todo muy pequeño (excepto el Himalaya, claro) y hasta para entrar por las puertas debes hacerlo inclinando la cabeza, en Egipto pasa todo lo contrario, todo es colosal. El visor de la cámara siempre es insuficiente y, si no tienes la posibilidad de tomar distancia, las fotografías sólo pueden mostrar parte de la magnitud de sus monumentos.
Un ejemplo claro es la sala hipóstila del Templo de Amón en Karnak. 
Contemplar una sala con más de 100 columnas de 23 metros de altura, con unos capiteles de 15 de circunferencia es algo que no deja a nadie indiferente. Os imagináis 50 personas formando una piña... pues cabrían en el capitel!
La sala, declarada Patrimonio Universal de la Humanidad por la UNESCO junto a todo el Templo, simula la creación: un lago sagrado del que emergen los tallos de las plantas de papiro y de loto representadas por las columnas y los capiteles.
Si tienes la suerte de poder visitar el templo muy de mañana, casi al alba, cuando la marabunta de turistas no ha salido todavía de los barcos que realizan los cruceros por el Nilo, puedes disfrutarla en silencio, regalándote uno de esos momentos maravillosos que no olvidarás jamás. Un silencio que sólo rompen las sandalias del vigilante. Un hombre anciano que arrastra en sus arrugas toda la historia de la sala.