sábado, 3 de octubre de 2015

SON LAS FOTOGRAFÍAS DE MIS VIAJES. Altiplano. Perú

La carretera que va desde Cusco hasta Puno es uno de esos lugares en los que pones a prueba tu condición física. No sólo por el estado de la carretera, que también, sino porque se trata de una de las carreteras situadas a mayor altitud del planeta.
Los habitantes del altiplano peruano están más que acostumbrados a soportar los efectos de la altitud, pero los extranjeros y, sobre todo los turistas, sufren de forma espectacular las consecuencias.
Os contaré mi experiencia. A mitad del camino entre ambas ciudades, tuvimos que hacer una "parada técnica" para estirar un poco las piernas, reponer liquidos y vaciar vejigas. El baño estaba en un pequeño montículo por el que se ascendía mediante apenas seis o siete escalones bajos y amplios. Os aseguro que subir esos escalones fué como coronar el Everest. A esa altitud cualquier esfuerzo es titánico y parece que te vayan a explotar los pulmones. Cada paso es una losa. No es de extrañar pues, que en cada hotel y durante el viaje, tengas que tomar infusiones de hoja de coca o mascar sus hojas. He visto como, literalmente, turistas se desploman sin que tengas tiempo ni a cogerles por el brazo.
Esta altitud hace que los habitantes del altiplano sean personas fuertes y aguerridas. Viven de la escasa agricultura de la zona y, sobre todo, de la ganadería y el pastoreo de los llamados camélidos (llamas, alpacas, vicuñas, guanacos...) que tan apreciadas lanas producen y que son destinadas, principalmente, a la exportación.
Los camélidos pastan en estado de semi-libertad por los páramos del altiplano y, por la noche, se recogen en apriscos realizados con rocas. La fotografía que hoy comparto con vosotros es precisamente de un rebaño de estos animales. Os llamará la atención los pompones que lucen en sus orejas. La lana de estos animales es tan apreciada que no se puede pintar ni marcar, por lo que los pastores han optado por colocarles estos curiosos "pendientes" para distinguir a quien pertenecen.