martes, 15 de septiembre de 2015

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. ITERUM. Kyoto. Japón

ITERUM
Japón es un país sorprendente. El cambio cultural que experimenta el viajero cuando aterriza en sus costumbres es, cuanto menos, desorientador.
Llama la atención cómo se saludan con reverencias estudiadas al milímetro acordes con la categoría o posición del interlocutor, cómo se comportan en los lugares publicos, casi siempre invadidos por multitudes, cómo aplican el arte a cualquier actividad cotidiana...
Me llamaron poderosamente la atención algunas cosas que comparto con vosotros: cafeterias con gatos, en las que la gente va a tomar un refresco, un café, un té, mientras acarician y juegan con los felinos (el poco espacio en los domicilios no permite tener mascotas); ver una sociedad en la que convive la tradición y la modernidad de forma asonante (chicas por la calle ataviadas con kimonos en el mismo grupo que otras vestidas de punk), las tribus urbanas más singulares del planeta (chicas vestidas de chacha, de muñecas de trapo, chicos y chicas ataviados con los trajes de sus ídolos manga,...) y las salas de pachinko.
La foto que hoy comparto es de una de esas salas. Se trata de un juego estilo tragaperras pero en el que no se utilizan monedas, sino bolas metálicas que se compran en el mostrador. El juego consiste en una mezcla de pinball y de juego virtual en el que el jugador introduce las bolas y se van dirigiendo hacia puertas que, la mayoría de veces no conducen a ninguna parte, pero en otras almacenan las bolas en el espacio inferior. No hay premio en metálico, está prohibido. El ganador obtiene un vale que puede cambiar por un premio, la mayoría de las veces una lavadora, un encendedor o un robot de cocina. Sobra decir que en la puerta de al lado hay una tienda en la que se puede hacer el trueque entre el objeto ganado y su valor en metálico, con una merma en beneficio del comercio.
Os podeis imaginar que el ruido de las bolas metálicas en la sala es ensordecedor.