sábado, 31 de enero de 2015

SON LAS FOTOGRAFIAS DE MIS VIAJES. Glaciar Franz Josef. Nueva Zelanda

Para los amantes de la Naturaleza, Nueva Zelanda es un destino ineludible. Tanto la isla Norte, con un clima más cálido, como la isla Sur, con climas que se asemejan más al Norte de Europa, son dos exponentes de lo que la Naturaleza en estado puro puede ofrecer al hombre, en mútuo respeto y comunión.
Una de las excursiones más aconsejables es adentrarse en el corazón de un glaciar. Para mí fue una experiencia única, ya que, por desgracia, cada vez son menos los glaciares que se pueden visitar, y que sean accesibles para personas poco acostumbradas al montañismo como es mi caso.
Todo en ese día es como volver a ser niño. Las medidas de seguridad son extremas ya que los guías cuentan con que el personal que acompañan no es experto en esos menesteres, así que tienes que seguir una sesión teórica, en la que te explican el equipo que vas a utilizar y lo que debes o no debes hacer. Además te proporcionan el equipo necesario para hacer la ascensión por la lengua del glaciar: botas, pantalones, chaquetón y grampones. Eso es lo más divertido.
Al principio tienes que ir por un terreno pedregoso por el que discurre el riachuelo que se forma por el deshielo del glaciar. Las paredes de ese canal por el que andas son preciosas, lisas completamente y con unos tonos maravillosos que los miles de años de fricción del hielo han ido dejando en la roca.
Cuando llegas al hielo del glaciar toca ponerse los grampones en los pies e iniciar el ascenso por el hielo, con precaución, siguiendo las instrucciones del guía y sin perder de vista las posibles grietas que pueda haber.
Pero no os penséis que es un riesgo incontrolado. La empresa que organiza la ascensión cada mañana revisa la ruta y en los lugares más difíciles esculpe el hielo para crear apoyos y coloca cuerdas para ayudar a los "patosos", o sea, a mí. 
La fotografía que hoy comparto es precisamente de uno de los lugares por los que pasamos en la ascensión del glaciar Franz Josef. Por cierto, pensamos que haría un frio de muerte, y os puedo asegurar que acabamos todos con la chaqueta en la cintura y en manga corta.